Imponente, majestuoso, admirado, enorme, fuerte, poderoso, sublime, abrumador… invencible. Así se nos muestra el TITANIC en la película de James Cameron, desde el puerto de Southampton, en su partida. Es lo que era. Una obra de ingeniería como casi no había otra. El hombre todo poderoso y prepotente con su «ni Dios podría hundirlo»… pero la naturaleza… (Spinoza diría que es la misma cosa), lo hundió.
¿Nos ubicamos en tiempo y lugar? Inglaterra a finales de la segunda etapa de la revolución industrial. Los años que le preceden dejan constancia de gigantescos avances en la fabricación y producción de maquinaria. Mejores, más eficientes, más duraderas y fuertes. Creíamos que podríamos asfaltar el océano. Nada era imposible. No había límites y aquel progreso no se detendría jamás. El TITANIC era el último y recién llegado exponente de aquello.
Vi esta película cinco veces en el cine ¡qué locura! ¿Y por qué tantas? Pues las disfruté todas. La primera porque ya sabía de su existencia desde el inicio del rodaje y me apetecía ver lo que había hecho el Sr. Cameron, y su fotografía azulada, con la historia del mítico trasatlántico. No la encontré perfecta. Me gustó. En algunos aspectos mágica, magistral, en otros entretenida, correcta, y en algunos, carente, incompleta o estereotipada. La disfruté. Era un espectáculo que pensé «¡mi hermana va a flipar con esto!» y la invité a la sala con olor a palomitas. No es mucho de ir al cine pero le gustan las películas (en casa principalmente). Ella no entendía muy bien el porqué de tanto espaviento, creo que la vez anterior que fuimos juntos al cine fue a ver Superman IV (1987) y, como hermana mayor, fue ella la que me llevó. Una «velada» con una hermana reticente con el aire cargado de un «a ver qué me va a hacer aguantar el hermanito»… ¡Pero sí, flipó! Acerté. Le encantó. Salió del cine sin pañuelos suficientes para retener el río de «emociones» que había experimentado. A día de hoy tiene todas las ediciones habidas y por haber en VHS, DVD, Blu-Ray. Eso lo dice todo. Aún hoy lo recuerda como algo grande y bonito que vivimos juntos… y yo también.
Las otras tres veces, fue por acompañar a mi amiga Sonia (El Rincón de Sónica). Por suerte ella sí llevaba pañuelos suficientes. Ya había visto la película, le chiflaba y no podía entrar a ver otra cosa mientras «Titanic» estaba en cartelera. Si se iba al cine y ella estaba, se veía «Titanic». Dos veces más así y la tercera porque quería verla por última vez en una sala de cine y no quería ir sola… Y allí fuimos de nuevo. En realidad todos estábamos encantados con la película y no era un problema. Sonia posiblemente tenga el récord de la película vista más veces en la sala. James Cameron debería agradecerle que su película fuera la más vista de la historia en su momento.
Ese es el contexto personal, de la película muchas cosas se han dicho, pero suelen ser siempre las mismas virtudes o bromas faltas de información. Yo contaré algo, un detalle, de los muchos que tiene y no suele apreciarse. Hablaré del concepto de falsa impresión de poder que, a mi entender, forma parte de lo magistral de la película.
Ya se ha descrito como se siente el TITANIC desde el puerto. La película lo transmite. Se quitan grandes y fuertes amarres, planos generales con ópticas angulares y cercanos con óptica corta. Cambios de plano meditados entrando en contraste con barcos más pequeños o incluso, mostrando a las personas como hormigas saludando desde él. La música del maestro Horner acompaña. Todo encaja. Esta maravilla técnica y mastodóntica puede con todo. ¡Qué todos vean cómo navega!
Toda una escena, bien dedicada en tiempo, en reacciones, contrastes… pensada y realizada a conciencia para hacernos sentir lo que muchos sintieron de verdad en 1912 cuando asistieron a ver zarpar al buque de los sueños.
Pues bien, esta escena maravillosamente eficiente nos hace creer lo que pocos minutos más entrados en el metraje, queda desmontado en un solo plano. El contraste, ahora, con el océano hace ver al gigante como un frágil y diminuto juguete.
Bombo y platillo para presentarlo, y solo una sutil imagen para apreciar el engaño que hemos sufrido. Hemos creído aquello que no es, nos hemos dejado llevar por la soberbia del momento y de una época. El TITANIC no resulta igual a los ojos humanos que a los de la naturaleza, si es que esta tuviera ojos.
No percibimos las cosas como son, sino como nos las presentan o como decidimos creer. Lo sencillo es dejarse llevar. Nadie que se sienta tan bien y seguro como el TITANIC del puerto, quiere ver esta imagen. Algo tan trabajado, costoso y difícil de hacer, puede quedar contradicho con un cambio de perspectiva. Un dar un paso atrás para ver más allá de nuestras narices.
Todos sabemos que esto ocurre constantemente y formamos parte de este juego. A veces de forma voluntaria y otras porque no somos capaces de pensar que este segundo plano pueda existir. Más aun, podemos negar que lo hemos visto, pues admitirlo nos haría replantearnos todo eso que creíamos desde el puerto. Reconocer que tenemos debilidades, que no podemos con todo, que resulta imposible que nada ni nadie sea tan perfecto e imperecedero como nos sentimos en Southampton, pues en el océano, los argumentos se invierten y basta una sola imagen para desmentir toda una escena perfectamente planificada que nos hizo creer aquello que nunca hemos sido.
Cuidado con los focos, con la orquestación, la puesta en escena o las argucias. Todos podemos dejarnos llevar o pensar que nosotros mismos somos como el TITANIC, pero sin olvidar que un plano más sencillo puede traer consigo un océano que parta esa concepción y hundir nuestra realidad.
Hla cielo!!! Me encanta!! Gracias por acordarte de mi cuando hablas de Titanic, fui 9 veces al cine a verla jajajaja y hubiera seguido yendo, pero me la quitaron de cartelera. Gracias por acompañarme tres de esas veces, ir al cine contigo siempre fue una experiencia maravillosa, y las sesiones caseras eran estupendas, las hecho de menos!
Siempre recordaré lo que dices, es tan grande, tan majestuoso, es un sumergible y lo vemos en toda su magnitud! Y luego nos damos cuenta de que es un punto insignificante para el océano. Efecticamente a veces así nos sentimos para luego darnos cuenta de lo pequeños que somos, pero no debemos olvidar tampoco que aunque en un contexto se pueda ser pequeño, en otro se es grandioso y sublime.
Un abrazo
¡Hola Sonia!
También hecho de menos muchas de esas cosas. Eres una persona de las que te hacen sentir sublime. Es una suerte enorme tener tu amistad.
Un abrazo titánico.
Cómo siempre para quitarse el sombrero en el aspecto técnico y en el emocional , el corazón y los sentimientos priman ante todo
(M G)😍😚😚
Holaaaaa ha Sido y será Siempre Nuestra Pelicula. Sentí desde el principio que Mi TiTaNic iba a ser partido en dos una y mil veces por la estupidez y el ego de los hombres; ser capaces de crear algo tan Maravillosamente bello y cargárselo por El YO MÁS, destrozando las vidas de las personas que El Titanic refugiaba en su interior. aunque intentaba Resistir no pudo Soportar tanta presion y mientras veía en la pantalla como se hundia…. me hundía con él. Por ello todas las versiones de la película he intentado tenerlas para irle rescatando en todas sus versiones posibles.
UTe Quiero Hermano. Gracias por se Tú
Fue intenso sí. Una tarde muy bonita con todas esas emociones en tu nariz 🤭… Y en la mía 😉
Que bonito y gratos momentos hay en esta vida para mantener y recordar.
El enfoque positivo que siempre llevas. ¡Qué grande eres!